Mi vida en verde
azulado comenzó el día de mi cumpleaños.
El 15 de
septiembre fue el día que la vida quiso que naciera otra vez… paradojas de la
vida…
Fue un día de
despedidas y de bienvenidas… algo se despedía de mí y algo cobraba vida.
Se despedía el
deseo de ser mamá de manera natural porque es lo que indican los protocolos que
cuando tenés cáncer de ovario.
La mañana de la
noticia salía de la ducha y con todo el ceremonial que implicaba aquello,
porque el bañado y secado me llevaban mi tiempito (tuve una cirugía anterior
para extirpar el ovario en cuestión) sonaba el móvil y cuando vi el nº de la
clínica se me escapó la toalla y se me cortó la respiración.
Era mi
ginecóloga. Su tono de voz estaba muy lejos de ser entusiasta. Me informaba que
los resultados de la anatomía patológica ya estaban y que sí iría acompañada a
la consulta…
Me quedé en
silencio, y también sin aire… no había mucho más para agregar… pero para que no
me queden dudas, pregunté asustada lo que era obvio, pero por las dudas, capaz
que no era tan grave como pensaba…:
-¿Los resultados no son buenos verdad?
-
No
-
¿Y qué me va a
pasar?
-
Tendrán que
volver a operarte y luego deberás hacer un tratamiento.
-
Gracias por
llamarme... nos vemos en un rato...
Y corté.
Ay, madre mía…
No me lo podía
creer. No me lo podía creer. No me lo podía creer. No me lo podía creer. No me
lo podía creer. Por mil veces más.
Yo? Cáncer? Si
me siento muy bien!!! Si me cuido tantísimo!!! Pues sí hija, sí. Vos. Tú. Por
qué no? Igual algo entre tanto cuidado se te escapó “cuidarte” de verdad…
Llegué a la
consulta acompañada de 2 amigos muy queridos, (familia díría yo).
Mi ginecóloga
(mi Angel Guardián, como la bauticé) no pudo transmitirme el resultado con más
amor.
Y con mis
amigos de 3 nos hicimos 1 al abrazarnos tan fuerte y no para de llorar.
Era lo peor que
podía haber escuchado: cáncer y no poder ser mamá. No podría saber que era más
triste para mí.
La operación
sería muy agresiva pero lo suficientemente segura para no dejar rastros de
enfermedad. Eso implicaba extirpar ambos ovarios, útero y ganglios aledaños.
Me recompuse lo
suficiente para poder hacerle todas las preguntas que en ese momento mi parte
de lucidez no perturbada me permitió formular.
Abracé todo lo
que puede a Natalia, mi gine, de Córdoba, Argentina… tan linda y tan amorosa
ella y tan tan enamorada de su trabajo que emociona… y salimos del consultorio.
Otro abrazo
fundido en otro llanto…
Y a ponerme
manos a la obra que había mucho por hacer…
Lo que había
que hacer era ACEPTAR.
ACEPTAR sin
RESISTIR.
Lo que RESISTE,
PERSISTE, reza un dicho…
Sin enfados,
sin resentimientos… abrazando lo que estuviera por venir… y ahí te das cuenta
que no hay planes de futuro que valgan… la vida SIEMPRE se impone cuando no
eliges el camino que lleva tu nombre… afortunadamente.
Y cuando
decidís vivir, la aceptación te viene de manera natural… y la fuerza te sale de
dónde no sabías que la tenías.
Y
agradeces al Universo, Dios o cualquier fuerza poderosa de tener esta chance,
pero es la última, por eso esta vez te lo tomas en serio. Y no pierdes el
tiempo.
Y debo
decirles, que lejos de lamentarme, me siento tremendamente afortunada por tener
ésta posibilidad, por recibir este cachetazo, esta patada en el culo que te
sacude tanto como para hacerte reaccionar de que vuelvas a ese camino que lleva
tu nombre y del que nunca deberías haberte desviado… o mejor tal vez, puedas
por 1ª vez transitarlo al fin.